Miguel de Unamuno
Si Dios escatimándonos la lluvia
nos hurta el agua de frescura llena,
es para que del páramo la arena
usemos en bautismo; arena rubia
cual la que azota en la abrasada Nubia
el simún. Es el Sol el que almacena
la fé de fuego ardiente en nuestra vena,
y nos da un arenal por cada zubia.
Y contra los impíos que pretenden
la luz de Dios soplando con su boca
matar y con su vana ciencia ofenden
nuestra salud, los de soberbia loca,
contra esos perros, mientras no se enmienden,
toda lluvia de arena será poca.
Corán II 66, V 83, IX 32, LXI 18.
Si Dios escatimándonos la lluvia
nos hurta el agua de frescura llena,
es para que del páramo la arena
usemos en bautismo; arena rubia
cual la que azota en la abrasada Nubia
el simún. Es el Sol el que almacena
la fé de fuego ardiente en nuestra vena,
y nos da un arenal por cada zubia.
Y contra los impíos que pretenden
la luz de Dios soplando con su boca
matar y con su vana ciencia ofenden
nuestra salud, los de soberbia loca,
contra esos perros, mientras no se enmienden,
toda lluvia de arena será poca.