Miguel de Unamuno
Dios te guarde bufón de la tragedia,
tú que yeldas el llanto con la risa;
cuando la muerte al corazón asedia
la frente nos enjuga fresca brisa,
tu alegre aliento que el pesar remedia
siquiera por un rato y en tal guisa
cabe vivir, pues que sin tí la acedia
acabaría con el alma á prisa.
Eres, bufón, la sal de la congoja,
gracias á tí perdura el alimento
que es de la vida espiritual sustento;
sólo dispara el arco que se afloja;
para poder vivir, sufrir, reimos,
riamos, pues, ya que á sufrir nacimos.
Dios te guarde bufón de la tragedia,
tú que yeldas el llanto con la risa;
cuando la muerte al corazón asedia
la frente nos enjuga fresca brisa,
tu alegre aliento que el pesar remedia
siquiera por un rato y en tal guisa
cabe vivir, pues que sin tí la acedia
acabaría con el alma á prisa.
Eres, bufón, la sal de la congoja,
gracias á tí perdura el alimento
que es de la vida espiritual sustento;
sólo dispara el arco que se afloja;
para poder vivir, sufrir, reimos,
riamos, pues, ya que á sufrir nacimos.