Miguel de Unamuno
El toque del reló de media noche
en el silencio, cuando todo escucha,
contando el vaciarse de la hucha
del tesoro vital, es un reproche
y una súplica: Mira, es un derroche
de alma el que haces en la recia lucha;
de la natura la largueza es mucha
pero se acaba al fin; el resto en coche
sigue y no á nudo pié, deja llevarte;
ayer fué dulce sol de invierno y necio
lo perdiste, y Aquel que los reparte
con su dedo señala al que en desprecio
tiene su don, y esa señal es parte
al giro insomne del taladro recio.
El toque del reló de media noche
en el silencio, cuando todo escucha,
contando el vaciarse de la hucha
del tesoro vital, es un reproche
y una súplica: Mira, es un derroche
de alma el que haces en la recia lucha;
de la natura la largueza es mucha
pero se acaba al fin; el resto en coche
sigue y no á nudo pié, deja llevarte;
ayer fué dulce sol de invierno y necio
lo perdiste, y Aquel que los reparte
con su dedo señala al que en desprecio
tiene su don, y esa señal es parte
al giro insomne del taladro recio.