Miguel de Unamuno
No aun al mundo la segunda aurora
vierte en rosas envuelto su rocío
y nuestra madre ya, pobre Pandora,
pagando su hambre de saber, vacío
ve en sus manos el vaso que atesora
de la vida el secreto, y de él el río
de los males brotar. Y mientras llora
la ceguera fatal de su albedrío
y el loco anhelo de su pecho inquieto,
de su ciencia fatal como escurraja
la esperanza le queda, del secreto
consuelo triste que al mortal trabaja
engaño avivador, y es lo concreto
del vacío que guarda la tinaja.
No aun al mundo la segunda aurora
vierte en rosas envuelto su rocío
y nuestra madre ya, pobre Pandora,
pagando su hambre de saber, vacío
ve en sus manos el vaso que atesora
de la vida el secreto, y de él el río
de los males brotar. Y mientras llora
la ceguera fatal de su albedrío
y el loco anhelo de su pecho inquieto,
de su ciencia fatal como escurraja
la esperanza le queda, del secreto
consuelo triste que al mortal trabaja
engaño avivador, y es lo concreto
del vacío que guarda la tinaja.