Poema: Purificación de Heinrich Heine

Purificación

¡Bien estáis en el abismo
insondable de la mar!
Imágenes engañosas,
¡bien en el abismo estáis!
Disteis a mis luengas noches
sueños de dicha falaz,
y aún, al resplandor del día,
me perseguís sin cesar.
¡Yaced, yaced sepultadas
por toda la eternidad!
Al abismo que os esconde,
quiero también arrojar
mis amarguras y enojos,
mi anhelo y mi tierno afán,
el gorro de cascabeles
de mi locura fatal,
que tanto tiempo en mis sienes
su música hizo sonar,
y el infame disimulo
de mi ser, triste disfraz
del alma mía, que enferma
de loca incredulidad,
de Dios renegó y los ángeles,
y maldecida aún está.
¡Hurra! soplaron las brisas;
todas las velas soltad;
tersas, crujientes e hinchadas,
comienzan a palpitar.
La móvil nave resbala
sobre el rizado cristal,
y gozosa el alma mía
recobra la libertad.