- 44 -
Un cielo gris, triste, soso;
la ciudad siempre la misma,
contemplándose en el Elba
pesarosa y aburrida;
narizotas que, al sonarse,
gruñen como antes gruñían,
y que se inclinan hipócritas
o que petulantes se hinchan...
¡Tierras del sol! ¡Cielo claro
y azul! ¡Deidades benignas!
os adoro más que nunca
desde que otra vez soy víctima
de esta grotesca gentuza
y este insoportable clima.
Un cielo gris, triste, soso;
la ciudad siempre la misma,
contemplándose en el Elba
pesarosa y aburrida;
narizotas que, al sonarse,
gruñen como antes gruñían,
y que se inclinan hipócritas
o que petulantes se hinchan...
¡Tierras del sol! ¡Cielo claro
y azul! ¡Deidades benignas!
os adoro más que nunca
desde que otra vez soy víctima
de esta grotesca gentuza
y este insoportable clima.