Poema - 83 - de Heinrich Heine

- 83 -

El gallardo caballero
le llaman a don Enríquez;
junto al mío está su cuarto;
sólo hay por medio un tabique.
Las damas de Salamanca
por mirarlo se desviven
cuando cruza calle abajo,
con sus galgos y mastines.
Mas él la tranquila noche
pasa, solitario y triste,
los dedos en la vihuela,
y el alma en los imposibles.
Sus ensueños y canciones
llevan los vientos sutiles:
¡compasión me das y grima,
don Enríquez, don Enríquez!