- 31 -
¡Cuánta nieve! ¡Cuánto frío!
¡Qué noche! ¡Qué tempestad!
Ruge el huracán bravío,
y en la ventana, sombrío,
contemplo la obscuridad.
¿Qué es aquel fulgor lejano
que pálida luz refleja?
Una pobrecilla vieja,
con la linterna en la mano,
pausadamente se aleja.
Va a comprar regocijada
manteca, huevos y miel;
y a su niña idolatrada
le hará el que tanto le agrada
jugoso y dulce pastel.
Reclinada en sillón blando
la hija, con plácido hechizo,
la luz mira dormitando,
y un dorado y suelto rizo
baja, sus hombros rozando.
¡Cuánta nieve! ¡Cuánto frío!
¡Qué noche! ¡Qué tempestad!
Ruge el huracán bravío,
y en la ventana, sombrío,
contemplo la obscuridad.
¿Qué es aquel fulgor lejano
que pálida luz refleja?
Una pobrecilla vieja,
con la linterna en la mano,
pausadamente se aleja.
Va a comprar regocijada
manteca, huevos y miel;
y a su niña idolatrada
le hará el que tanto le agrada
jugoso y dulce pastel.
Reclinada en sillón blando
la hija, con plácido hechizo,
la luz mira dormitando,
y un dorado y suelto rizo
baja, sus hombros rozando.