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¡Cuánta nube! En sus mullidos
pliegues duermen las deidades;
y en los orbes conmovidos,
al compás de sus ronquidos,
estallan las tempestades.
El huracán turbulento
estrella al frágil bajel:
¿quién el ímpetu violento
podrá detener del viento
y del loco mar infiel?
Pues nadie puede enfrenar
de los vientos y del mar
las furiosas tempestades,
me echo a dormir y a roncar,
lo mismo que las deidades.
¡Cuánta nube! En sus mullidos
pliegues duermen las deidades;
y en los orbes conmovidos,
al compás de sus ronquidos,
estallan las tempestades.
El huracán turbulento
estrella al frágil bajel:
¿quién el ímpetu violento
podrá detener del viento
y del loco mar infiel?
Pues nadie puede enfrenar
de los vientos y del mar
las furiosas tempestades,
me echo a dormir y a roncar,
lo mismo que las deidades.