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Vi en sueños un hombrecillo
chiquitín y petulante,
que alargando bien las zancas,
andaba estirado y grave;
muy planchada la pechera,
muy acicalado el traje,
Por dentro, tosco y grosero,
insolente y miserable;
por fuera, trazas ilustres,
ribetes de personaje;
en dichos, un Alejandro;
en hechos, un badulaque.
-«¿Quién es, me preguntas? Mira
y te lo pondré delante».
Así el Dios de los Ensueños
me dijo y en los cristales
de un espejo, vi moverse
tropel de extrañas imágenes.
Estaba el buen hombrecillo
al pie del altar; mi amante
también; al sí que él decía,
con otro sí contestábale;
y gritaban con gran bulla
todos los demonios: ¡Amen!
Vi en sueños un hombrecillo
chiquitín y petulante,
que alargando bien las zancas,
andaba estirado y grave;
muy planchada la pechera,
muy acicalado el traje,
Por dentro, tosco y grosero,
insolente y miserable;
por fuera, trazas ilustres,
ribetes de personaje;
en dichos, un Alejandro;
en hechos, un badulaque.
-«¿Quién es, me preguntas? Mira
y te lo pondré delante».
Así el Dios de los Ensueños
me dijo y en los cristales
de un espejo, vi moverse
tropel de extrañas imágenes.
Estaba el buen hombrecillo
al pie del altar; mi amante
también; al sí que él decía,
con otro sí contestábale;
y gritaban con gran bulla
todos los demonios: ¡Amen!