En el Hardenberge
¡Despertad, antiguos sueños!
¡Corazón, abre tus puertas!
¡Sonad de nuevo, cantares!
¡Corred, lágrimas deshechas!
Vagar quiero entre los árboles,
do manan fuentes risueñas,
do el ufano ciervo trisca,
y el vivaz mirlo gorjea.
Trepar quiero a la montaña
en cuyas rocas enhiestas
su roto muro el castillo
a la luz del sol aún muestra.
Allí pensaré tranquilo
en generaciones muertas,
en extinguidas estirpes,
en apagadas grandezas.
El humilde jaramago
cubre la liza soberbia
donde el paladín glorioso
ganó la ansiada presea.
La hiedra esconde la ojiva
donde la hermosa doncella
vengo con una mirada
a aquél que a todos venciera.
El vencedor poderoso
y la vencedora espléndida
entrambos fueron vencidos
por campeón de más fuerza:
Que siempre en la humana justa
nos hace medir la arena
el pálido caballero
de la guadaña siniestra.
¡Despertad, antiguos sueños!
¡Corazón, abre tus puertas!
¡Sonad de nuevo, cantares!
¡Corred, lágrimas deshechas!
Vagar quiero entre los árboles,
do manan fuentes risueñas,
do el ufano ciervo trisca,
y el vivaz mirlo gorjea.
Trepar quiero a la montaña
en cuyas rocas enhiestas
su roto muro el castillo
a la luz del sol aún muestra.
Allí pensaré tranquilo
en generaciones muertas,
en extinguidas estirpes,
en apagadas grandezas.
El humilde jaramago
cubre la liza soberbia
donde el paladín glorioso
ganó la ansiada presea.
La hiedra esconde la ojiva
donde la hermosa doncella
vengo con una mirada
a aquél que a todos venciera.
El vencedor poderoso
y la vencedora espléndida
entrambos fueron vencidos
por campeón de más fuerza:
Que siempre en la humana justa
nos hace medir la arena
el pálido caballero
de la guadaña siniestra.