El capitán Montoya - III - de José Zorrilla

III : Ofertas

Cuando llegó la justicia
de la contienda al lugar,
halló asido de la mano
con un hombre al Capitán.
Desmayada una doncella,
de él se veía detrás,
por otro hombre sostenida
con intensísimo afán.
Y cuando ufanos quisieron
meter su tardía paz,
oyeron en esta guisa
al desconocido hablar:
-Fadrique soy de Toledo,
Montoya, no os digo más:
mi honor os debo y mi hija;
si tienen precio mirad,
Y vedlo bien, que aunque entrambos
me demandéis a la par,
os juro a Dios desde ahora
que son vuestros, Capitán.
-Lo hecho, dijo Montoya,
pagado en exceso está
con la amistad de un Toledo;
ésta es mi mano, tomad:
hice lo que debe un noble;
no hablemos en ello más.
-Y asiéndola don Fadrique,
dijo:-Montoya, apretad.-
Tornóse después a su hija,
y volviéndose a nombrar,
paso le dieron y gente
con que ir en seguridad.
Tomó cartas la justicia,
y empezando a justiciar,
llevóse en prenda los muertos,
y citó ante el tribunal
a los testigos que hubiere,
incluyendo al Capitán,
quien calándose el sombrero
replicóles:-¡Bien está!
Póngame, seor corchete,
esa capa en caridad,
y tome esa friolera
con que entierren a ese par.-
Y echando un bolsillo de oro
de la justicia en mitad,
fuese, dejando en la turba
adrniración general.

Y justamente admirado
merece ser en verdad
quien da tales cuchilladas
y tales bolsillos da.