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Un añejo y dulce cuento
lleva el alma enamorada,
en las alas del portento,
hacia una tierra encantada.
Do, al abrirse, cada flor,
del ocaso al blando arrullo
contempla, llena de amor,
a otro entreabierto capullo.
Donde todo árbol murmura
y habla su lenguaje incierto;
donde toda fuente pura
toma parte en el concierto:
Y es tan dulce la armonía,
y es tan grata la ilusión,
que rinde su poesía
al más duro corazón.
¡Ah! ¡Si en tan bello lugar
lograse feliz reposo,
y mis penas olvidar,
y ser libre, y ser dichoso!
Mas, si esa tierra encantada
logro de noche entrever,
borra su imagen soñada
el sol al amanecer.
Un añejo y dulce cuento
lleva el alma enamorada,
en las alas del portento,
hacia una tierra encantada.
Do, al abrirse, cada flor,
del ocaso al blando arrullo
contempla, llena de amor,
a otro entreabierto capullo.
Donde todo árbol murmura
y habla su lenguaje incierto;
donde toda fuente pura
toma parte en el concierto:
Y es tan dulce la armonía,
y es tan grata la ilusión,
que rinde su poesía
al más duro corazón.
¡Ah! ¡Si en tan bello lugar
lograse feliz reposo,
y mis penas olvidar,
y ser libre, y ser dichoso!
Mas, si esa tierra encantada
logro de noche entrever,
borra su imagen soñada
el sol al amanecer.