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Te vi hermosa, purísima, radiante,
en sueño halagador; hoy vuelvo a verte:
aún es tan bello y dulce tu semblante;
pero pálido está como la muerte.
Sólo tus labios el carmín inflama,
y borra el beso sus matices rojos:
¡de aquella que admiré, celeste llama,
nada queda en tus ojos!
Te vi hermosa, purísima, radiante,
en sueño halagador; hoy vuelvo a verte:
aún es tan bello y dulce tu semblante;
pero pálido está como la muerte.
Sólo tus labios el carmín inflama,
y borra el beso sus matices rojos:
¡de aquella que admiré, celeste llama,
nada queda en tus ojos!