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Te llevaré en las alas de mi canto,
te llevaré muy lejos, dueño mío;
a la orilla feliz del Ganges santo
tengo un albergue espléndido y umbrío.
A la luz de la luna, en valle ignoto,
floresta yace allí, fresca y lozana,
do la flor pura del sagrado loto
espera fiel a su amorosa hermana.
Allí charlan las pálidas violetas
y a los astros sonríen cariñosas;
allí dicen, en pláticas discretas,
sus cuentos aromáticos las rosas.
Allí, vagos rumores escuchando,
se para la gacela diligente;
allí, a lo lejos, con murmurio blando
fluye del Santo Río la corriente.
Reclinados allí, mi dulce dueño,
a la trémula sombra de las palmas,
de paz y dicha celestial ensueño
disfrutarán unidas nuestras almas.
Te llevaré en las alas de mi canto,
te llevaré muy lejos, dueño mío;
a la orilla feliz del Ganges santo
tengo un albergue espléndido y umbrío.
A la luz de la luna, en valle ignoto,
floresta yace allí, fresca y lozana,
do la flor pura del sagrado loto
espera fiel a su amorosa hermana.
Allí charlan las pálidas violetas
y a los astros sonríen cariñosas;
allí dicen, en pláticas discretas,
sus cuentos aromáticos las rosas.
Allí, vagos rumores escuchando,
se para la gacela diligente;
allí, a lo lejos, con murmurio blando
fluye del Santo Río la corriente.
Reclinados allí, mi dulce dueño,
a la trémula sombra de las palmas,
de paz y dicha celestial ensueño
disfrutarán unidas nuestras almas.