Soneto XXXI
Dentro en mi alma fue de mí engendrado
un dulce Amor, y de mi sentimiento
tan aprobado fue su nacimiento
como de un solo hijo deseado;
mas luego de él nació quien ha estragado
del todo el amoroso pensamiento:
que en áspero rigor y en gran tormento
los primeros deleites ha trocado.
¡Oh crudo nieto, que das vida al padre,
y matas al abuelo!, ¿por qué creces
tan disconforme a aquel de que has nacido?
¡Oh, celoso temor! ¿a quién pareces?,
¡que la envidia, tu propia y fiera madre,
se espanta en ver el mostro que ha parido!
Dentro en mi alma fue de mí engendrado
un dulce Amor, y de mi sentimiento
tan aprobado fue su nacimiento
como de un solo hijo deseado;
mas luego de él nació quien ha estragado
del todo el amoroso pensamiento:
que en áspero rigor y en gran tormento
los primeros deleites ha trocado.
¡Oh crudo nieto, que das vida al padre,
y matas al abuelo!, ¿por qué creces
tan disconforme a aquel de que has nacido?
¡Oh, celoso temor! ¿a quién pareces?,
¡que la envidia, tu propia y fiera madre,
se espanta en ver el mostro que ha parido!