Miguel de Unamuno
Cayó este más al borde de la senda
escalando la cumbre á paso tardo,
y de la cruz al pié rendido el fardo
de su dolor dejó, piadosa ofrenda.
Veía en lo alto palpitar la tienda
en donde clava el sol su primer dardo
y el último y en donde el cielo pardo
baja en niebla sin lluvia que la ofenda.
Iba tras el descanso su fatiga
á ver del sol la refulgente cuna,
huyendo de la sombra que atosiga
al corazón, y sin aurora alguna,
duerme muy lejos de la cumbre amiga
su sueño eterno bajo eterna luna.
Cayó este más al borde de la senda
escalando la cumbre á paso tardo,
y de la cruz al pié rendido el fardo
de su dolor dejó, piadosa ofrenda.
Veía en lo alto palpitar la tienda
en donde clava el sol su primer dardo
y el último y en donde el cielo pardo
baja en niebla sin lluvia que la ofenda.
Iba tras el descanso su fatiga
á ver del sol la refulgente cuna,
huyendo de la sombra que atosiga
al corazón, y sin aurora alguna,
duerme muy lejos de la cumbre amiga
su sueño eterno bajo eterna luna.