Miguel de Unamuno
Reposa, corazón, que harto lidiaste
y reposando espéralo al reposo
postrero que no acaba; que te baste
lo ya vencido en este tormentoso
combatir, y curado del desgaste
en el descanso púrgate del poso
de aquella mala sangre que cobraste
en las arenas del ardiente coso.
Limpio has de ir á Dios, hoy pobre esclavo
de la lucha, y pues ésta es la que mancha
límpiate de la paz en el profundo
recojimiento; gozarás al cabo
el increado aire que te ensancha
hasta fundirte al Corazón del Mundo.
Reposa, corazón, que harto lidiaste
y reposando espéralo al reposo
postrero que no acaba; que te baste
lo ya vencido en este tormentoso
combatir, y curado del desgaste
en el descanso púrgate del poso
de aquella mala sangre que cobraste
en las arenas del ardiente coso.
Limpio has de ir á Dios, hoy pobre esclavo
de la lucha, y pues ésta es la que mancha
límpiate de la paz en el profundo
recojimiento; gozarás al cabo
el increado aire que te ensancha
hasta fundirte al Corazón del Mundo.