Miguel de Unamuno
Días de dejadez en los que no se acaba
lo que se comenzara, días de modorra
y vaciedad en los que el no hacer nada borra
el deseo de hacer y en los que nos agrava
el pecho sentir como la vida es esclava
triste de la acción que el dolor no nos ahorra;
días en los que no hay un Dios que nos socorra
quitándonos de sobre el corazón la traba
de la conciencia de lo vano del empeño,
días de languidez en que el mortal desvío
de la vida se siente y sed y hambre del sueño
que nunca acaba, días de siervo albedrío,
vosotros me enseñais con vuestro oscuro ceño
que nada arrastra más al alma que el vacío.
Días de dejadez en los que no se acaba
lo que se comenzara, días de modorra
y vaciedad en los que el no hacer nada borra
el deseo de hacer y en los que nos agrava
el pecho sentir como la vida es esclava
triste de la acción que el dolor no nos ahorra;
días en los que no hay un Dios que nos socorra
quitándonos de sobre el corazón la traba
de la conciencia de lo vano del empeño,
días de languidez en que el mortal desvío
de la vida se siente y sed y hambre del sueño
que nunca acaba, días de siervo albedrío,
vosotros me enseñais con vuestro oscuro ceño
que nada arrastra más al alma que el vacío.