Romance 2 de Heinrich Heine

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Dos hermanos
Allá, en el monte, el castillo
envuelto en la noche obscura;
espadas acá, en el valle,
que chocan y que fulguran.
Embístense dos hermanos
con igual cólera y furia;
¿Por qué, manos fraternales
con tan fiero enojo luchan?
Laura, la linda condesa,
es la que tiene la culpa:
ambos en amor se abrasan,
sedientos de su hermosura.
¿A quién la dama prefiere?
Nadie resolvió esa duda;
decididla, pues, vosotras;
fallad, espadas desnudas.
Los tenaces combatientes
sin piedad ni tregua pugnan;
apenas suena un mandoble,
otro mandoble retumba.
Id con tiento en las tinieblas,
aceros que el odio empuña;
sombras, visiones y ardides
la traidora noche oculta.
¡Oh fratricidas hermanos!
¡Valle infausto! ¡Negra tumba!
El uno al otro en el pecho
la espada a la vez sepultan.

Muchos siglos han pasado
y generaciones muchas;
y aún el desierto castillo
mira hacia la honda llanura.
Por ella, de noche, vagan
dos sombras, leves y mudas,
y apenas suenan las doce,
otra vez la espada cruzan.