Una mujer
Se amaban con frenética pasión;
ella era una ramera; él un ladrón;
cuando él fraguaba alguna fechoría,
se echaba ella en la cama, y se reía.
Pasaba el día en huelga y sin afán,
y la noche en los brazos del galán;
cuando se lo llevó la policía,
del balcón lo miraba, y se reía.
Él, de la cárcel, le mandó decir
que no podía sin su amor vivir;
a un lado y otro lado ella movía
la cabeza fisgona, y se reía.
A las seis lo colgaron; al sonar
las siete, lo llevaron a enterrar;
cuando daban las ocho el mismo día,
ella se emborrachaba, y se reía.
Se amaban con frenética pasión;
ella era una ramera; él un ladrón;
cuando él fraguaba alguna fechoría,
se echaba ella en la cama, y se reía.
Pasaba el día en huelga y sin afán,
y la noche en los brazos del galán;
cuando se lo llevó la policía,
del balcón lo miraba, y se reía.
Él, de la cárcel, le mandó decir
que no podía sin su amor vivir;
a un lado y otro lado ella movía
la cabeza fisgona, y se reía.
A las seis lo colgaron; al sonar
las siete, lo llevaron a enterrar;
cuando daban las ocho el mismo día,
ella se emborrachaba, y se reía.