(Por la condesa de Gelves)
¿Quién osa desnudar la bella frente
del puro resplandor y luz del cielo?
¿Quién niega el ornamento y gloria al suelo
de las crespas lazadas de oro ardiente?
El impío Febo este dolor consiente
con sacrílega envidia y mortal celo,
después que ve cubrir de oscuro velo
las llamas de sus hebras reluciente.
Con dura mano lleva los despojos
y quiere mejorar cuanto perdía,
y altivo, de sus trenzas se corona,
porque ya vean los mortales ojos
siempre con viva luz un claro día
en sus sagrados cercos y corona.
¿Quién osa desnudar la bella frente
del puro resplandor y luz del cielo?
¿Quién niega el ornamento y gloria al suelo
de las crespas lazadas de oro ardiente?
El impío Febo este dolor consiente
con sacrílega envidia y mortal celo,
después que ve cubrir de oscuro velo
las llamas de sus hebras reluciente.
Con dura mano lleva los despojos
y quiere mejorar cuanto perdía,
y altivo, de sus trenzas se corona,
porque ya vean los mortales ojos
siempre con viva luz un claro día
en sus sagrados cercos y corona.