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« El ruiseñor dio comienzo
cantando sus dulces coplas,
y brotaron verdes céspedes,
lirios, alelís y violas.
Con el pico abrióse el pecho
y saltó la sangre roja;
surgió un rosal de la sangre;
se llenó el rosal de rosas,
y el ruiseñor a esas flores
su amor cantó y sus congojas.
Su hermoso canto a las aves
unió en fraternal concordia;
pero si cesa algún día
su voz, moriremos todas,
y morirá juntamente
la selva que nos aloja».
En el nido que la encina
guarda oculto entre sus frondas,
así a los gorrioncetes
el gorrión alecciona.
Dice mientras pío, pío,
la maternal gorriona,
que, como ama de la casa,
en sitio de honor reposa.
Es pájara muy casera,
muy buena cobijadora,
que jamás, cuidando el nido,
se altera ni se alborota.
En tanto, el pájaro viejo
fácil pasatiempo logra
dándoles a sus hijuelos
educación religiosa.
« El ruiseñor dio comienzo
cantando sus dulces coplas,
y brotaron verdes céspedes,
lirios, alelís y violas.
Con el pico abrióse el pecho
y saltó la sangre roja;
surgió un rosal de la sangre;
se llenó el rosal de rosas,
y el ruiseñor a esas flores
su amor cantó y sus congojas.
Su hermoso canto a las aves
unió en fraternal concordia;
pero si cesa algún día
su voz, moriremos todas,
y morirá juntamente
la selva que nos aloja».
En el nido que la encina
guarda oculto entre sus frondas,
así a los gorrioncetes
el gorrión alecciona.
Dice mientras pío, pío,
la maternal gorriona,
que, como ama de la casa,
en sitio de honor reposa.
Es pájara muy casera,
muy buena cobijadora,
que jamás, cuidando el nido,
se altera ni se alborota.
En tanto, el pájaro viejo
fácil pasatiempo logra
dándoles a sus hijuelos
educación religiosa.