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-«A los serenos fulgores
de la luna abren los tilos
sus aromáticas flores;
llenan los bosques tranquilos
gorjeos de ruiseñores.
»Ven aquí, mi fiel amante,
y veremos sin congojas
cómo tiembla palpitante
el rayo puro y brillante
de la luna entre las hojas.
»Mira, como un corazón
las hojas del tilo son;
por eso los que bien quieren
en la más dulce ocasión
su grata sombra prefieren.
»Mas tú en la región vacía
tiendes incierta mirada,
desatento a la voz mía.
Di, ¿qué nueva fantasía
surge en tu alma enamorada?»
-«Yo te lo diré, bien mío:
quisiera que el cierzo frío
tremendo turbión trajera,
y que ese turbión sombrío
de nieve el campo cubriera.
»Y en un trineo, en ropón
envueltos, de blandas pieles,
por la nevada extensión
resbaláramos al són
de látigo y cascabeles».
-«A los serenos fulgores
de la luna abren los tilos
sus aromáticas flores;
llenan los bosques tranquilos
gorjeos de ruiseñores.
»Ven aquí, mi fiel amante,
y veremos sin congojas
cómo tiembla palpitante
el rayo puro y brillante
de la luna entre las hojas.
»Mira, como un corazón
las hojas del tilo son;
por eso los que bien quieren
en la más dulce ocasión
su grata sombra prefieren.
»Mas tú en la región vacía
tiendes incierta mirada,
desatento a la voz mía.
Di, ¿qué nueva fantasía
surge en tu alma enamorada?»
-«Yo te lo diré, bien mío:
quisiera que el cierzo frío
tremendo turbión trajera,
y que ese turbión sombrío
de nieve el campo cubriera.
»Y en un trineo, en ropón
envueltos, de blandas pieles,
por la nevada extensión
resbaláramos al són
de látigo y cascabeles».