Poema: Hondas de Rubén Darío

Hondas

A Pichardo

Yo soñé que era un hondero
mallorquín.
Con las piedras que en la costa
recogí,
cazaba águilas al vuelo,
lobos, y
en la guerra iba a la guerra
contra mil.

Un guijarro de oro puro
fue al cenit,
una tarde en que en la altura
azul vi
un enorme gerifalte
perseguir
a una extraña ave radiante,
un rubí
que rayara el firmamento
de zafir.

No tornó mi piedra al mundo.
Pero sin
vacilar vino a mí el ave-
querubín.
«Partió herida -dijo- el alma
de Goliat, y vengo a ti.
¡Soy el alma luminosa
de David.