Poema - 81 - de Heinrich Heine

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¡Cuánto se alarmaron, cuánto
los eunucos, ¡cielo santo!
cuando levanté la voz!
¡Dijeron que era mi canto
grosero, incivil, atroz!

Unieron en sutil coro
sus vocecitas de grillo,
y con el mayor decoro
cantaron rancio estribillo,
sentimental y sonoro!

Era amorosa canción,
llena de tiernas querellas,
y la escuchaban las bellas
con tan sensible emoción,
que lloraban todas ellas.