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«¡Ay! amigo, nuevamente
ama tu espíritu ardiente
con insensata pasión;
no la define aún tu mente;
mas late en tu corazón.
»Tú protestas: ¡Dios me guarde!
¡Yo enamorado!... ¡Embeleco!
y tu corazón tal arde,
cuando eso dices cobarde,
que se te quema el chaleco».
«¡Ay! amigo, nuevamente
ama tu espíritu ardiente
con insensata pasión;
no la define aún tu mente;
mas late en tu corazón.
»Tú protestas: ¡Dios me guarde!
¡Yo enamorado!... ¡Embeleco!
y tu corazón tal arde,
cuando eso dices cobarde,
que se te quema el chaleco».