Poema - 50 - de Heinrich Heine

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Niña, por tu salvación
pido al ángel de tu guarda
que tu puro corazón
en la insensata pasión.
que abrasa el mío, no arda.

Y de tan cumplido modo
acoge Dios mi querella,
que a tanto no me acomodo,
y a veces exclamo: ¡si ella
me amase, a pesar de todo!