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Paso por tu casa y miro,
cuando brilla la mañana:
¡cuán dulcemente suspiro
niña hermosa, si te admiro
asomada a la ventana!
En mí clavas complacientes
los ojos, negros y ardientes,
y que preguntas infiero:
-«¿Quién eres? ¿Qué es lo que sientes,
melancólico extranjero?»
-«¿Quién soy?... Un vate alemán;
y allí me conocen bien:
si citan con noble afán
nombres que gloria les dan,
citan el mío también.
«¿Qué siento?... Lo que yo siento
lo sienten muchos allí;
cuando citan un portento
de infortunio y sufrimiento,
también me citan a mí».
Paso por tu casa y miro,
cuando brilla la mañana:
¡cuán dulcemente suspiro
niña hermosa, si te admiro
asomada a la ventana!
En mí clavas complacientes
los ojos, negros y ardientes,
y que preguntas infiero:
-«¿Quién eres? ¿Qué es lo que sientes,
melancólico extranjero?»
-«¿Quién soy?... Un vate alemán;
y allí me conocen bien:
si citan con noble afán
nombres que gloria les dan,
citan el mío también.
«¿Qué siento?... Lo que yo siento
lo sienten muchos allí;
cuando citan un portento
de infortunio y sufrimiento,
también me citan a mí».