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Desdichada eres tú, querida mía;
desdichados al par somos los dos;
desdichados seremos hasta el día
que cure nuestro mal la muerte pía,
¡hasta que quiera Dios!
Brilla en tus labios risa de despecho,
y en tu mirar irónica altivez;
glorioso y satisfecho,
late el orgullo en tu triunfante pecho;
y somos desdichados a la vez!
Al arder más espléndidos tu ojos,
una lágrima en ellos asomó;
mueren las risas en tus labios rojos;
tu pecho esconde míseros enojos,
¡y eres tan desdichada como yo!
Desdichada eres tú, querida mía;
desdichados al par somos los dos;
desdichados seremos hasta el día
que cure nuestro mal la muerte pía,
¡hasta que quiera Dios!
Brilla en tus labios risa de despecho,
y en tu mirar irónica altivez;
glorioso y satisfecho,
late el orgullo en tu triunfante pecho;
y somos desdichados a la vez!
Al arder más espléndidos tu ojos,
una lágrima en ellos asomó;
mueren las risas en tus labios rojos;
tu pecho esconde míseros enojos,
¡y eres tan desdichada como yo!