- 40 -
Cuando escucho la canción
que cantaba mi adorada,
me da un vuelco el corazón,
y por la amarga emoción
siento el alma desgarrada.
Un indefinible anhelo
me conduce; corro, vuelo,
y en el bosque voy a dar;
allí encuentro algún consuelo;
¡pero, a fuerza de llorar!
Cuando escucho la canción
que cantaba mi adorada,
me da un vuelco el corazón,
y por la amarga emoción
siento el alma desgarrada.
Un indefinible anhelo
me conduce; corro, vuelo,
y en el bosque voy a dar;
allí encuentro algún consuelo;
¡pero, a fuerza de llorar!