Poema: Bonanza de Heinrich Heine

Bonanza

Está la mar encalmada;
el sol en las aguas brilla;
verde surco de esmeraldas
en ellas abren las quillas.
Junto al timón, el piloto
ronca, echado panza arriba;
bajo el mástil, el grumete
zurce velas descosidas.
Tiemblan sus labios; se encienden
bajo el hollín sus mejillas;
sus hermosos ojos negros
no se sabe adonde miran,
Pues el capitán, airado,
se yergue ante él y le grita:
«Mala pécora, un arenque
me has birlado de esa pipa».
Está la mar encalmada;
la dorada cabecita
saca un pez y sus aletas
el móvil cristal agitan.
La gaviota de los aires
rápida se precipita,
y con el pez en el pico
vuela y se pierde de vista.