me huelen a ti hasta el nardo y la rosa
que siempre tuvieron su digno aroma propio;
y ando henchida, palpitante,
el tiempo que lo guardo en la memoria.
Lo acaricio con mimo, con nostalgia;
lo dejo reposar com al buen vino,
y a veces lo hago cantar para que dure
hasta la hora del renuevo.
No sé si consigo decir lo que yo digo;
a veces me siento como un animalito sorprendido
en la mitad del sueño,
oyéndome decir tantas palabras,
riñendo al viento que asoma a mi retiro
y pido un minuto de sesenta siglos
para conmemorar la fiesta del sentido
que borra hasta el perfume de las rosas
para dejar que huela, que te huela,
hasta que todo queda entre tu olor, perdido.
que siempre tuvieron su digno aroma propio;
y ando henchida, palpitante,
el tiempo que lo guardo en la memoria.
Lo acaricio con mimo, con nostalgia;
lo dejo reposar com al buen vino,
y a veces lo hago cantar para que dure
hasta la hora del renuevo.
No sé si consigo decir lo que yo digo;
a veces me siento como un animalito sorprendido
en la mitad del sueño,
oyéndome decir tantas palabras,
riñendo al viento que asoma a mi retiro
y pido un minuto de sesenta siglos
para conmemorar la fiesta del sentido
que borra hasta el perfume de las rosas
para dejar que huela, que te huela,
hasta que todo queda entre tu olor, perdido.