Templado por la pátina del tiempo...

POEMAS DE EMILY DICKINSON

1738

Templado por la pátina del tiempo,
qué suave nos parece el infortunio
que amenazó la ciudadela
del niño y socavó sus años.

Divididos ahora por pesares más áridos,
envidiamos la desesperación
que devastaba el reino de la infancia
tan fácil de reconstruir.

*

1741

Que no haya de volver jamás es lo que hace
tan amble la vida.
Creer en lo que no creemos
no regocija.

Que si ella es, sea a lo sumo
un estado ablativo:
esto provoca apetito
precisamente opuesto.

*

1742

No es visible al comienzo la distancia
a la que se nos fueron nuestros muertos.
Durante muchos años ardientes nos parece
posible su regreso.

Y entonces sospechamos
que los hemos seguido,
tanto nos hemos familiarizado
con su caro recuerdo.

*

1753

Ir solo por aquellas viejas tierras
de la memoria es una intemperancia
divina, de la que un hombre prudente
se aparta. De licores de las tiendas
es fácil precaverse,
pero en estos expendios interiores
la ley no se entromete.
Perniciosa como el ocaso
que permite seguirlo
pero nunca alcanzarlo,
con ese -el más severo de los oros-,
concedido al anhelo
y de resto negado,
la tranquila perfidia
alea nuestros más firmes momentos.

*

1755

Hacer una pradera
requiere un trébol y una abeja.
Un trébol y una abeja
y el ensueño.
Si las abejas escasea,
hasta el ensueño.

*

1760

No está más lejos el Elíseo
que el cuarto más cercano,
si un amigo allí aguarda
la dicha o la condena.

Qué fortaleza entonces la del alma
si puede soportar
el ruido de unos pasos que se acercan
o de una puerta que se abre.

*

1763

La fama es una abeja.
Tiene un canto
y tiene un aguijón.
¡Ah, y también alas!

*

1764

Es la más triste, es la más dulce
algazara, la más loca algazara.
La de los pájaros en primavera,
al final delicioso de la noche.

Entre marzo y abril,
la mágica frontera
más allá de la cual titubea el verano,
casi celestemente próximo.

Nos hace ella pensar en nuestros muertos,
los que aquí abajo fueron con nosotros
y a los que hizo cruelmente más amados
la hechicería de la separación.

Y nos hace pensar en lo que poseíamos
y ahora lamentamos. Y querríamos casi.

*

1768

Joven ateniense,
sé fiel a ti mismo
y sé fiel al misterio.
Todo el resto es perjurio

*

1772

Que no sienta yo sed con tal vino en mis labios,
ni mendigue, con tales dominios en mi bolsa.

*

Traducción de los poemas de José Manuel Arango