Poema Llanto de Antonio Plaza
Derramado en mi ser dulce beleño
grato sueño mi frente acariciaba;
mas disipó la densidad del sueño
mi niñito Raziel, porque lloraba.
Abandoné mi lecho sin demora,
quemado por la fiebre de los males
y al abrir el balcón vi que la aurora
empañó con su llanto los cristales.
Asomándose oí que sollozaban
frente a mi casa, alrededor de un yerto
cadáver, unas gentes que lloraban
la tierna ausencia del amado muerto.
Al campo me salí lleno de hastío,
y en él vi de las flores que enamoran
las corolas cuajadas de rocío;
porque en la tierra hasta las flores lloran.
Y me dije: Si llora el que padece,
¿por qué sufriendo yo dolor tan rudo,
quiero llorar y el dolor me crece,
y en la garganta se me forma un nudo?
Si lloran en la tierra hasta las flores,
¿por qué no lloro yo que sufro tanto?
--Porque el llanto consuela los dolores,
y el inmenso dolor no tiene llanto.
La poesía de Antonio Plaza