Miguel de Unamuno
Aunque ellos me maldigan qué me importa
si me bendices tú, mi Dios hereje;
tu santa diestra mi destino teje
y tú me enseñas que la vida es corta
y muy larga la muerte. Me conforta
tu silencio mandándome no ceje
de lanzar á este viento que nos meje
mi voz que á inquietarse les exhorta.
Mientras de mí, Señor, tú no recabes
que aquel nuestro secreto al fin divulgue
yo de ellos no me quejo, ya lo sabes,
y encuentro natural se me escomulgue;
muy justo es que la Iglesia con las llaves
del Pescador rascándose se espulgue.
Salmo CIX 28
Aunque ellos me maldigan qué me importa
si me bendices tú, mi Dios hereje;
tu santa diestra mi destino teje
y tú me enseñas que la vida es corta
y muy larga la muerte. Me conforta
tu silencio mandándome no ceje
de lanzar á este viento que nos meje
mi voz que á inquietarse les exhorta.
Mientras de mí, Señor, tú no recabes
que aquel nuestro secreto al fin divulgue
yo de ellos no me quejo, ya lo sabes,
y encuentro natural se me escomulgue;
muy justo es que la Iglesia con las llaves
del Pescador rascándose se espulgue.