Miguel de Unamuno
Ceñudo Pagazarri, viejo amigo
de la tristeza de mis mocedades
tu soledá amparó mis soledades
con su rasa verdura como abrigo.
Tu adusta paz, de mi anhelar testigo,
al verte hoy á mi recuerdo añades
y con el aire de tu cumbre invades
este pecho que hiciste tú conmigo.
Las pardas peñas de San Roque, enhiestas
espaldas del jayán frente á la Villa
se alzan llevando tu cabeza á cuestas
y en el invierno allá en lo alto, orilla
del cielo de mi cuna, en breves puestas
mi sol en la agonía al mundo brilla.
Ceñudo Pagazarri, viejo amigo
de la tristeza de mis mocedades
tu soledá amparó mis soledades
con su rasa verdura como abrigo.
Tu adusta paz, de mi anhelar testigo,
al verte hoy á mi recuerdo añades
y con el aire de tu cumbre invades
este pecho que hiciste tú conmigo.
Las pardas peñas de San Roque, enhiestas
espaldas del jayán frente á la Villa
se alzan llevando tu cabeza á cuestas
y en el invierno allá en lo alto, orilla
del cielo de mi cuna, en breves puestas
mi sol en la agonía al mundo brilla.