Soneto: XII FRATERNIDAD

Miguel de Unamuno


Tiéndele tu mirada, blanda mano
de salvación, y así tal vez su pecho
sollozando alzará del duro lecho
de su vergüenza y su dolor insano.

Más de uno á quien pecar le puso cano,
rodando por el polvo, ya maltrecho,
sintió de pronto el corazón rehecho
al tocar la sonrisa de un hermano.

Del yermo que su triste planta pisa
haz que una flor tan sólo el suelo alfombre,
flor á que meza la celeste brisa

de la humana hermandad, que no se asombre
de que le miren sin hostil requisa
y que en sí mismo se descubra al hombre.