Soneto: LVI LA ENCINA Y EL SAUCE

Miguel de Unamuno


Chi l'ombre indusse del piangente salcio
su rivi sacri? ti rapisca il vento
de l'Apennino, o molle pianta, amore
d'umili tempi!

Qui pugni á verni e arcane istorie frema
co'l palpitante magio ilice nera, a cui d'allegra giovineszza il tronco
Pedera veste.

CARDUCCI. Alle Fonti del Clitumno.


La inmoble encina al cielo inmoble alza redonda
la copa prieta que ni cierzo fiero riza
mientra el sauce llorón en el agua huidiza
la cabellera tiende hundiéndola en la onda.

Van sus hojas de otoño del río en la ronda
hacia el mar en que el río vencido agoniza
y al llegar del invierno los cielos ceniza
menea su manojo de varas sin fronda.

Déme Dios el vigor de la encina selvática
que hurucanes respira en su copa robusta
y del alma en el centro una rama fanática

con verdor de negrura perenne y adusta
que no quiero del sauce la fronda simpática
que á las aguas que pasan doblega su fusta.