A una dama que hilaba
Soneto 152
Hermosa Parca, blandamente fiera,
dueña del hilo de mi cortada vida,
en cuya bella mano vive asida
la rueca de oro y la mortal tijera;
hiladora famosa a quien pudiera
rendirse Palas y quedar vencida,
de cuya tela, Amor, de oro tejida,
si no fuera desnudo, se vistiera:
déte su lana el Vellocino de oro,
Amor su flecha para el huso, y luego
mi vida el hilo, que tu mano tuerza.
Que a ser Hércules yo, tanto te adoro
que rindiera a tu rueca atado y ciego
la espada, las hazañas y la fuerza.
Soneto 152
Hermosa Parca, blandamente fiera,
dueña del hilo de mi cortada vida,
en cuya bella mano vive asida
la rueca de oro y la mortal tijera;
hiladora famosa a quien pudiera
rendirse Palas y quedar vencida,
de cuya tela, Amor, de oro tejida,
si no fuera desnudo, se vistiera:
déte su lana el Vellocino de oro,
Amor su flecha para el huso, y luego
mi vida el hilo, que tu mano tuerza.
Que a ser Hércules yo, tanto te adoro
que rindiera a tu rueca atado y ciego
la espada, las hazañas y la fuerza.