Romance 14 de Heinrich Heine

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La canción de los florines
¿Qué te has hecho, mi tesoro,
que perdido busco y lloro?
¿Dónde estáis, florines de oro?

¿Estáis entre los dorados
pececillos esmaltados,
que surcan tranquilamente
los senos aljofarados
de la cristalina fuente?

¿Estáis entre las doradas
florecillas perfumadas,
que abren en vergel umbrío
sus corolas empapadas
en las perlas del rocío?

¿Estáis entre los dorados
pajarillas matizados,
que, robando al sol sus galas,
visos atornasolados
dan a sus abiertas alas?

¿Estáis entre las doradas
estrellas, siempre inflamadas,
que, para darnos consuelo,
tiernas y dulces miradas
nos dirigen desde el cielo?

No estáis, dorados florines,
en las cristalinas fuentes,
ni en los umbrosos jardines,
ni del aire en los confines,
ni en los cielos transparentes.

Para buscaras, en vano
registrara el orbe entero;
pues estáis -¡oh trance fiero!-
en las garras de milano,
de un implacable usurero.