Yo vi unos bellos ojos, que hirieron
con dulce flecha un corazón cuitado,
y que para encender nuevo cuidado
su fuerza toda contra mí pusieron.
Yo vi que muchas veces prometieron
remedio al mal, que sufro no cansado,
y que cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanzas me valieron.
Yo veo que se asconden ya mis ojos
y crece mi dolor y llevo ausente
en el rendido pecho el golpe fiero.
Yo veo ya perderse los despojos
y la membrana de mi bien presente
y en ciego engaño de esperanza muero.