Poema - Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!

Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!,
hermosura mortal, ¿cómo ignoraba
la tuya celestial, pues me enseñaba
lo invisible, Señor, por lo visible?

Tu gloria, eterno Dios, incorruptible,
cuando ídolos humanos fabricaba,
como gentil y bárbaro trocaba
en imagen del hombre corruptible.

¡Ay, Dios, y cuán escuro que tenía
entonces mi turbado entendimiento,
sin ver la luz en la mitad del día!

¿Qué excusa te dará mi entendimiento?
Pero con tu piedad la más tardía
halla en tu pecho dulce acogimiento.