Si el fuego idalio el tierno canto inspira,
y en tu pecho, Amalteo, algún cuidado
la estrella infunde ya que en mar turbado
te guía, osa herir tu culta lira.
Por ti Betis humilde al Tebro admira,
Tebro, mayor que el Arno celebrado,
y entre lucientes astros colocado,
envidioso Erídano lo mira.
Contigo calla el coro de Elicona,
que baña el cuerpo en su cristal corriente,
y pierde el dulce niño los despojos;
que del materno mirto la corona
teje para ceñir tu sabia frente,
o canta o cierre siempre Amor sus ojos.