A la madrugada
Esta mañana, lóbrega envolvía
la niebla el arrabal de San Marcelo,
tarda niebla otoñal, pálida y fría,
cual noche clara en despejado cielo.
Envuelto en su penumbra misteriosa,
vagaba yo al azar, cuando asombrado
imagen femenil leve y hermosa
cual rayo de la luna, vi a mi lado.
Cual un rayo apacible de la luna
deslizábase muda, tenue y bella,
no vi en Francia jamás mujer alguna
tan gallarda y airosa como aquella.
¿Era la misma luna, que del carro
nacarado bajó, y al mundo vino,
porque halló, más hermoso y más bizarro,
otro Endimión en el Cuartel latino?
Marché a casa pensando: temerosa
de mi se recataba y se escondía:
sin duda me tomó la casta diosa
por Febo, el boquirrubio, que el sol guía.
Esta mañana, lóbrega envolvía
la niebla el arrabal de San Marcelo,
tarda niebla otoñal, pálida y fría,
cual noche clara en despejado cielo.
Envuelto en su penumbra misteriosa,
vagaba yo al azar, cuando asombrado
imagen femenil leve y hermosa
cual rayo de la luna, vi a mi lado.
Cual un rayo apacible de la luna
deslizábase muda, tenue y bella,
no vi en Francia jamás mujer alguna
tan gallarda y airosa como aquella.
¿Era la misma luna, que del carro
nacarado bajó, y al mundo vino,
porque halló, más hermoso y más bizarro,
otro Endimión en el Cuartel latino?
Marché a casa pensando: temerosa
de mi se recataba y se escondía:
sin duda me tomó la casta diosa
por Febo, el boquirrubio, que el sol guía.