Poema - 78 - de Heinrich Heine

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¿Por qué tan duro rigor?
¿Cómo mudanza tan breve?
Todos, ¡oh mujer aleve,
han de escuchar mi clamor!

Tus labios, amante impía,
¿qué quejas pueden tener
del que con tanto placer
los besaba noche y día?