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Cuando se dan la mano dos amantes,
por siempre separándose quizás,
los sollozos, las quejas delirantes
no terminan jamás.
Nosotros, en tan críticos momentos,
ni un ¡ay! tuvimos; pero, ya lo ves,
los suspiros, los lloros, los lamentos
han venido después.
Cuando se dan la mano dos amantes,
por siempre separándose quizás,
los sollozos, las quejas delirantes
no terminan jamás.
Nosotros, en tan críticos momentos,
ni un ¡ay! tuvimos; pero, ya lo ves,
los suspiros, los lloros, los lamentos
han venido después.