José Asunción Silva - Nocturno

paisaje de noche magica
Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de
[músicas de alas;
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las
[luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura,
caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz
[blanca;
y tu sombra por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga. . .

Esta noche
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la
[distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminabas. . .
Y se oían los ladridos de los perros a la luna.
A la luna pálida.
Y el chirrido de las ranas. . .
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de perfumes y de
[músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella. . . ¡Oh, las sombras enlazadas!
!Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las
[sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en las noches de tristezas
[y de lágrimas!