Dime: cuando en la noche taciturna
la frente escondes en tu mano blanca,
y oyes la triste voz de la nocturna
brisa que el polen de la flor arranca;
Cuando se fijan tus brillantes ojos
en la plomiza clámide del cielo,
y mustia asoma entre tus labios rojos
una sonrisa fría como el hielo;
cuando en el marco gris de tu ventana
lánguida apoyas tu cabeza rubia,
y miras con tristeza en la cercana
calle, rodar las gotas de la lluvia;
dime: cuando en la noche te despiertas
y hundes el codo en la almohada y lloras,
y abres entre las sombras las inciertas
pupilas, como el sol abrasadoras;
¿en qué piensas? ¿en qué? ¡Pobre ángel mío!
¿Piensas en nuestro amor despedazado
del torrente que salta desbordado?
ya, como el junco al ímpetu bravío.
¿Piensas, tal vez, en las azules tardes
en que a la luz de tu mirada ardiente,
mis ojos indecisos y cobardes
posáronse en el mármol de tu frente?
¿O piensas en la hojosa enredadera
bajo la cual un tiempo te veía
peinar tu ensortijada cabellera,
al abrirse los párpados del día?
¡Quién sabe!.. No lo sé, pero imagino
que en esas horas de aparente calma,
percibes mucha sombra en tu camino,
¡sientes muchas tristezas en tu alma!
Mas... otro amante extinguirá tu frío;
yo sé que tu pesar no será eterno;
mañana vivirás en pleno estío...
y yo, con mi dolor... ¡en pleno invierno!
y oyes la triste voz de la nocturna
brisa que el polen de la flor arranca;
Cuando se fijan tus brillantes ojos
en la plomiza clámide del cielo,
y mustia asoma entre tus labios rojos
una sonrisa fría como el hielo;
cuando en el marco gris de tu ventana
lánguida apoyas tu cabeza rubia,
y miras con tristeza en la cercana
calle, rodar las gotas de la lluvia;
dime: cuando en la noche te despiertas
y hundes el codo en la almohada y lloras,
y abres entre las sombras las inciertas
pupilas, como el sol abrasadoras;
¿en qué piensas? ¿en qué? ¡Pobre ángel mío!
¿Piensas en nuestro amor despedazado
del torrente que salta desbordado?
ya, como el junco al ímpetu bravío.
¿Piensas, tal vez, en las azules tardes
en que a la luz de tu mirada ardiente,
mis ojos indecisos y cobardes
posáronse en el mármol de tu frente?
¿O piensas en la hojosa enredadera
bajo la cual un tiempo te veía
peinar tu ensortijada cabellera,
al abrirse los párpados del día?
¡Quién sabe!.. No lo sé, pero imagino
que en esas horas de aparente calma,
percibes mucha sombra en tu camino,
¡sientes muchas tristezas en tu alma!
Mas... otro amante extinguirá tu frío;
yo sé que tu pesar no será eterno;
mañana vivirás en pleno estío...
y yo, con mi dolor... ¡en pleno invierno!