Juan Bañuelos -La piel del tiempo

No puedo salir de mí sin que no vaya a dar ati.
Ningún elogio nace más puro que tus pechos en la aurora.
El día es una gesta al contacto con el aire.
Y es que he dormido en ti sintiendo que la noche
era una sangre nueva detenida en tu cuerpo.
Qué callada la nieve se ha fundido sobre tus muslos, lenta.
Escucha:
hoy nace la alegría como el viento.
Yo no sabré decir, Amada,
si hemos de reinventar el tiempo,
pero tu piel, que no es más que mi piel
bordada de testigos
que probaron su amor por los siglos,
ha de crecer como colina fértil para bajar al valle,
ha de temblar como los peces para ganar el agua,
ha de extenderse como un ave para ganar el aire,
habrá de ser como la vida: la dilatada ola para cubrir la muerte.
Es una piel, Amor, de tiempo.

Pues en verdad, se nos muere este día con hermosura
si pronuncio su nombre,
si pronuncio tu nombre como sol, o mar, o viento.